(Segundo esbozo del artículo)
Desde mi punto de vista, desde mi visión y mi experiencia vital, la pregunta es otra: ¿Cómo es que no está el mundo lleno de políglotas? ¿Cómo es que no sale todo el mundo de los colegios hablando cinco idiomas? ¿Cómo es no salen los estudiantes de las universidades hablando diez?
Precisamente, lo que me resulta extraño, contradictorio y casi increíble es que no haya más políglotas a mi alrededor. Y la razón de esto es que para mí ser políglota y más aún, superpolíglota, me parece algo completamente natural, normal, cotidiano y especialmente esperable en un entorno y en un mundo como en el que vivimos. Y especialmente esperaría encontrármelos en una carrera como la que yo estudié, Filología Clásica.
De modo que me han dejado bastante perpleja algunos casos que he conocido de profesores de latín en institutos que me comentaban que habían comenzado a estudiar italiano y lo habían dejado porque no habían podido con ello, se les había hecho un mundo... ¡italiano! Me quedaba atónita y buscaba una explicación. También estuve participando en un foro de cultura clásica en internet y en una ocasión en que comentaba yo sobre lenguas, otro filólogo se indignó muchísimo y escribió que era imposible saber más de tres lenguas (no recuerdo ahora si dijo 3 ó 4) y desde luego que no era posible saber italiano y galés a la vez... Yo no cabía en mi asombro... ¿dónde estaría la causa?
Y continúa la perplejidad mirando a mi alrededor: vivimos en Europa, rodeados de montones de lenguas preciosas, rodeados de librerías y bibliotecas donde están los libros donde aprender esas lenguas hermosas y las enciclopedias donde consultar sobre sus filiaciones y literaturas, vivimos en unos tiempos en que tenemos el privilegio de contar con una red de información tendida por todo el planeta y tenemos acceso a vídeos y música y textos de casi casi todos los países y todas las lenguas (por lo menos un centenar de ellas están bien representadas). Las instituciones de nuestros países nos han provisto de una enseñanza gratuita donde todos los niños reciben formación lingüística suficiente como punto de partida para estudiar la cantidad de lenguas que desee. Todos tienen acceso al inglés y muchos al francés y otras lenguas. Lo tenemos todo a nuestro alcance para ver, escuchar, leer, viajar y conocer.
Por mi parte he ido aprovechando todas las oportunidades que he encontrado para estudiar el mayor número posible de idiomas. Es verdad que por el camino me he encontrado algunas lenguas que no me gustaban o no me interesaban, pero esas eran las menos, ni siquiera una de cada diez.
En mi ámbito familiar extenso: padres, hermanos, tíos, primos, sobrinos, cuñadas y sus familias respectivas... casi la mitad son políglotas, más de la mitad de mis sobrinos hablan dos o tres lenguas desde pequeños y acabarán hablando más de cinco seguramente cuando sean mayores. Lo curioso es ¿por qué no todos? ¿por qué no todos mis familiares hablan alemán, italiano y sueco como los otros miembros de la familia, más inglés y francés como lenguas básicas para moverse por el mundo?
La respuesta está compuesta de múltiples factores: porque no quieren, porque no se han interesado por el tema, porque creen que no pueden, porque están absortos en otras aficiones.
Y precisamentela explicación de cómo se hace una políglota consiste en esos mismos factores a la inversa: porque el mundo de los idiomas absorbe mi atención, porque creo que puedo perfectamente aprender todo lo que quiera, porque siempre me ha interesado conocer más sobre este mundo poliforme y complejo en que vivimos, y finalmente porque lo deseo y lo quiero con toda la determinación y toda la concentración.
Al principio no tenía fácil acceso ni a manuales de estudio, ni a oportunidades de escuchar las lenguas del mundo, casi mi única fuente era la bendición papal Urbi et Orbi que todos los años podía escuchar en la televisión y las Olimpiadas, también en la televisión. Pero estaba pendiente de las películas, de la música, de los libros que tuviera a mi alrededor para aprender todo lo que fuera capaz.
Hasta los 17 años no supe que existían colecciones de libros para aprender idiomas de forma autodidacta, gramáticas con explicaciones, ejercicios, CDs con audio. Esto amplió mis perspectivas de forma extraordinaria: podía aprender Swahili sin esperar a ir a África...
A los 18 años ya comencé a viajar por Europa y vivir de cerca los idiomas de otros países. Y desde entonces no he parado de estudiar y de viajar: tenía la motivación, tenía las gramáticas y tenía la formación para poder sacar provecho de ellas.
De modo que voy a tratar de sintetizar qué factores son los que posibilitan que una persona se convierta en una superpolíglota:
-darse cuenta de que se es ciudadana del mundo y de todas las lenguas y culturas que hay en él,
-saber qué lenguas hay y a qué familia lingüística corresponde cada una,
-ir desarrollando el conocimiento y el interés por diferentes culturas con sus lenguas correspondientes,
-haber aprovechado los estudios de Lengua Española, Inglés, Latín y Griego que se ofrecían en el colegio,
-haber aprendido las canciones y las óperas de las varias lenguas a que tenía acceso, haber comenzado a leer cómics y novelas en las lenguas que podía, incluso antes de comprenderlas del todo y aun de estudiarlas formalmente,
-viajar al extranjero, cartearse con amigos de otros países,
-estudiar la carrera de filología que ofreciera más lenguas: Filología Bíblica Trilingüe (latín, griego, hebreo, optativas: francés, árabe, copto, acadio)
-llevar una vida sana, con el cerebro limpio de sustancias que alteren su funcionamiento y durmiendo bien,
-practicar ejercicios que favorezcan la concentración, la coordinación y la disciplina: ballet y yoga; también pasear mucho por montañas y parques,
-escuchar mucha música de muchos tipos y aprenderla, estudiar canto, conocer con profundidad muchas obras,
-comprar muchos manuales de estudio y diccionarios, novelas y otros tipos de libros,
-dedicar tiempo todos los días al estudio, incluso en vacaciones, incluso viajando; el estudio es un placer y un disfrute, exactamente igual que la música; sentarse a estudiar, hacer ejercicios y leer se convierte en una rutina cotidiana.
Todo se resume en pocos puntos: mentalidad políglota, motivación incansable, confianza absoluta en las propias capacidades, gestión saludable de las fuerzas físicas y mentales, desarrollo de habilidades como la atención, la concentración y la memoria, disciplina constante que nace del alegre disfrute diario de las bellezas culturales a que da acceso el conocimiento de idiomas.
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- Mentalidad políglota
Mi ambiente familiar en la niñez era bastante monolingüe, pero de manera inconsciente yo estaba pendiente de cada aspecto que indicara la presencia de un idioma extranjero, y no sólo lo captaba al vuelo y le prestaba toda mi atención, sino que me lo apropiaba como mío. Estos retazos de idiomas foráneos me causaban interés y delicia, como si fueran curiosos caramelos lingüísticos. Por ejemplo, mi madre sabía latín y francés, no los usaba a menudo, no se dedicaba a leer en francés, ni las misas ni los rezos eran ya en latín, pero a veces decía alguna palabra alguna de esas lenguas con naturalidad. A mí me dejaba fascinaba e instantáneamente asumía que si mi madre sabía esas lenguas yo, por supuesto también iba a saberlas. En casa había misales y otros libros antiguos decimonónicos en latín. Yo no los leía, pero sabía que algún día lo haría. Mis tres hermanos mayores iban avanzando cursos, cada nueva etapa era un acontecimiento familiar. Yo viví como apoteósico cuando mis hermanos comenzaron a estudiar francés, (entonces se empezaba en 6º de primaria con los idiomas). Los libros que iban comprando en los sucesivos cursos me tenían fascinada, aunque aún no los estudiaba. Mi hermana, con la que compartía dormitorio, empezó francés cuando yo estaba en 3º, y mientras estudiaba por la tarde a veces recitaba de carrerilla la conjugación de algún verbo, y yo seguía ensoñada en la fascinación. Al curso siguiente ocurrió un gran evento: en el colegio decidieron cambiar del francés al inglés, de modo que mi hermana cambió en el curso que ahora es 1º de secundaria al inglés. A mí esta situación me emocionó muchísimo. Me comía el libro con los ojos, y ya mi hermana recitaba no conjugaciones, sino listas de verbos irregulares. Yo asumía que en el futuro yo iba a saber las tres lenguas: inglés, francés y latín. Lo tenía clarísimo y lo esperaba con anhelo.
Entonces la música que se escuchaba en casa era mayoritariamente en inglés, aunque ninguno de nosotros entendía nada. De los discos de música clásica aún no teníamos óperas ni oratorios en casa, sólo música instrumental. Y otros discos en español, por supuesto. El hecho de conocer casi todas las canciones de los discos de memoria y ver la posibilidad de ir descifrándolas con la ayuda de las futuras clases de inglés que recibiría en el colegio era una de las maravillas de la vida para mí en aquella edad. Fue emocionante ver en el primer libro de inglés, en las primeras lecciones, la lista de los números, porque todos nos los sabíamos ya gracias a una escena del musical Jesus Christ Superstar, podíamos recitarlos de memoria sin haberlos visto nunca antes. Ver cómo eran en realidad fue todo un descubrimiento.
Cuando llegué a 6º, 11 añitos, por fin comencé yo mis propias clases de inglés, podéis imaginar con qué fruición estudiaba yo el vocabulario y todo. Al curso siguiente ocurrieron varias cosas importantes: mi hermana comenzó a estudiar latín y tenía que aprender de memoria las declinaciones desde el primer día y quien se las preguntaba era yo. Me moría de emoción por tener el libro de latín en mis manos, y me encantaba lo que ella aprendía. Vi por primera vez una gramática de griego, en un banco a la hora del recreo. La abrí, vi el alfabeto y no pude resistirme, me puse inmediatamente a prendérmelo. Decidí que yo también iba a saber griego cuando fuera mayor. Mi hermana fue a Roma en Semana santa y volvió con un grueso cómic del Pato Donald en italiano. Me dediqué durante el verano a leerlo una y otra vez, pues a la primera no lo entendía, hasta que poco a poco se fue haciendo la luz en mi cerebro y fui entendiendo más o menos lo que decían, como construyendo un puente entre el italiano y el español. Otra lengua más que decidí que iba a saber. Y ese verano también fue la Olimpiada de Moscú, tan exótica, tan extraña, tan soviética, con tantas letras cirílicas, tan... vamos, que en un santiamén decidí que yo iba, por supuestísimo, a saber ruso cuando fuera mayor, sin ningún genero de duda ni vacilación ninguna. Eso es tener una mentalidad políglota, aun sin estar rodeada de idiomas por todas partes, como se puede estar hoy en día gracias a internet, me agarraba a los pequeños cabos que llegaban hasta mí y decidía hacerlos míos.
jueves, 31 de marzo de 2016
Cómo funciona una políglota
(Primer esbozo del artículo)
Voy a intentar describir cómo funciona la cabeza de una persona que maneja más de 5 idiomas, más de 10, más de 20 idiomas a la vez.
-El primer rasgo que describe su funcionamiento es la facilidad, la relajación. Manejar muchos idiomas es algo que cuesta cada vez menos, seguramente porque obedece a la estructura en que las neuronas guardan, transmiten y combinan la información.
Creo que se podría comparar con los engranajes de cambio de marcha en una bicicleta o en un coche. El hecho de aprender otra lengua más y otra y otra, de alguna manera lo que hace es añadir ruedecillas al sistema, de manera que va todo más fluido y rápido, añadiendo velocidad y potencia.
Según esta intuición, la manera de conseguir que a alguien se le den bien los idiomas es precisamente estudiar muchos y muy complejos. Cuantos más idiomas, más capacidad tiene el misterioso engranaje neuronal de acoplarse para que todo sea mucho más fácil.
Esto ocurre al nivel fonético, al nivel morfológico y sucesivamente en los otros niveles lingüísticos.
Recuerdo bien cuando era niña y por primera vez tenía que aprender a pronunciar fonemas extraños al empezar a estudiar inglés: se me hacía un mundo diferenciar la s de la sh, la b de la v, y posteriormente vino la capacidad de distinguir y producir otros sonidos vocálicos distintos de los del español.
Cuando fue el momento de estudiar latín, vino el gran esfuerzo de aprender nuevas categorías, nuevas formas de la conjugación, nuevas y enrevesadas formas de sintaxis.
Cuando a continuación comencé a aprender griego, además de todas las novedades morfosintácticas tenía que aprender a leer en otra escritura. No fue difícil aprender el alfabeto, pero a veces al principio, si no había practicado cada día, costaba leer de seguido, especialmente si la palabra era tremebunda, como son algunas de las griegas. A partir de este entrenamiento, cada vez se fue volviendo más sencillo aprender una escritura nueva.
Esta primera fase la atravesaba yo a una velocidad mucho más lenta que la que luego iba a utilizar en las fases posteriores. Por supuesto, era la misma velocidad que el resto de la gente. Lo que sí que es verdad es que llevaba una aceleración constante, debido a las ganas y el gusto con que estudiaba cada día.
Cuando comencé a estudiar por mi cuenta con libros autodidactas, sin ningún profesor, el proceso se aceleró todavía más. Había una primera toma de contacto con la lengua, pero la mayor parte de ella era reconocible, funcionaba igual que alguna otra que ya conocía: el griego era la piedra de toque en muchos casos. De modo que aprender nuevas escrituras cada vez iba siendo más rápido, aprender nuevos sonidos, producirlos e identificarlos, fue cada vez siendo más fácil; jugar con nuevas reglas gramaticales, recordar nuevos paradigmas de declinación y conjugación cada vez iba volviéndose más automático, aprender y recordar nuevo vocabulario exigía cada vez un esfuerzo menor. Las complejas frases llenas de conectores y subordinantes cada vez resultaban más transparentes y nítidas. Y lo más divertido y apasionante: interiorizar formas de comunicación, mentalidades, tabúes, jerarquías, maneras culturales distintas de hacer las cosas... Todo tan sencillo como aprender nuevas canciones, como identificar nuevas melodías, como memorizar una sinfonía entera, un ópera entera: si le dedicas tiempo y te gusta, lo haces automáticamente, sin darte ni cuenta.
Seguramente se corresponde con el reforzamiento de la mielina que recubre la conexión entre neuronas. Intuitivamente me parecen el mismo fenómeno aprender nuevos temas musicales y aprender nuevas lenguas. Haberse familiarizado con el lenguaje técnico que se usa para describir la gramática me parece similar a familiarizarse con la notación musical de una partitura.
- Muy relacionado con lo anterior, me gustaría considerar la faceta de los grados de comprensión.
Se relaciona finalmente también con la velocidad a la que se funciona.
Me gusta compararlo con el aprendizaje de la lectura, algo que todos hemos experimentado desde pequeños: cuando teníamos 4 años era un desafío descifrar las letras, luego las palabras, al año siguiente podíamos leer un cuento de pocas líneas, y a medida que iban pasando los años, íbamos aumentando el volumen de lectura y también la capacidad de comprensión de lo que leíamos. De niña me resultaba más fluido leer un cuento tradicional que contara una historia que ya me sabía, que enfrentarme a una historia nueva y entenderla toda punto por punto (recuerdo cómo era incapaz de comprender por qué Genoveva de Brabante era expulsada del palacio, por qué fueron luego a buscarla a la cueva ni por qué luego volvía con su marido... disfrutaba el cuento, sus imágenes y sus palabras, pero las conexiones lógicas se me escapaban...), y me resultaba más fácil leer con dibujitos que enfrentarme a la página entera llena de letras. Y apenas en unos años, de pronto esos mismos cuentos te aburren y lo que quieres en tus lecturas es novedad e intriga, descubrir pistas y descifrar misterios: estás aumentando tu capacidad de comprensión, estás en un nivel de lectura más alto. Y ya en secundaria en el colegio te exponen a la gran literatura clásica, te enseñan a analizar poemas cargados de sentidos complejos, lees tus primeras obras de teatro del Siglo de Oro y por fin llega la lectura de El Quijote: múltiple, complejo, enciclopédico, lleno de alusiones a referentes culturales que no conoces, con vocabulario y objetos de un mundo cuatro veces centenario, con diversos registros de habla, con puntos de vista, intereses y tramas distintas y mezcladas. Lo leí a los 14 y 15 años, creí que lo entendía, pero afortunadamente continué leyéndolo año tras año y mi nivel de comprensión fue profundizando más y más.
El nivel de comprensión lectora de nuestra propia lengua materna va aumentando y creciendo con el tiempo, con el desarrollo de niño a adulto, con el estudio y la dedicación.
Lo mismo pasa con el estudio de los idiomas extranjeros: va ganando en velocidad, en capacidad de comprender, hasta el punto en que a primera vista y sin ningún esfuerzo entiendes lo que lees. Y entonces aparece ese fenómeno tan típico entre políglotas de saber que has leído sobre algún tema del que has retenido tales y tales datos, pero no recordar ya bien en qué idioma lo has leído; casi del mismo modo en que no recordarías con qué tipografía de letra estaba impreso el texto, pues esas letras no eran más que un instrumento que te conducía a un contenido. De modo que tu mente va directamente al sentido del texto sin detenerse ya en el detalle de qué palabras eran ni en qué lengua estaban. No es que pase siempre así, que mucha de las lecturas literarias políglotas consisten precisamente en saborear una a una cada palabra con todo su colorido. Quizá ocurra más cuando se lee para informarse o por seguir la intriga de una novela sin pretensiones literarias.
Siguiendo este argumento, establecería una correspondencia: según sea el nivel de comprensión lectora en la lengua materna así podrá ser en la lengua extranjera. (Esto no tiene que ver con los que aprenden de niños varias lenguas en ambientes bilingües o trilingües). La gente incapaz de elevarse de un nivel B1 a un B2 en una lengua extrajera, seguramente no sería capaz tampoco de explicarse o escribir o leer realmente a ese nivel en su lengua materna. Y al contrario, quien ha llegado muy alto en su propia lengua materna, más allá del C2, a los niveles que yo denominaría D, E y F, los niveles más complejos de la literatura clásica (nivel D), de la comprensión de las formas medievales y arcaicas de la lengua de origen, (nivel E), y aún más atrás, hasta remontarse 4000 ó 5000 años según las lenguas, (nivel F2); quien ha llegado a ese nivel, digo, no tiene problemas para llegar hasta allí en otra lengua. Y cuando se ha llegado hasta el nivel E o el F en varias lenguas, el camino ya está trillado, allanado, asfaltado y con raíles. El esfuerzo que hay que hacer es mínimo, y con cada lengua y cada familia exótica de lenguas conquistada, más alto va subiendo el punto de referencia, más amplio y diáfano el horizonte, más lejos se distingue y más inmediatamente.
De alguna forma es un mecanismo perfectamente natural: cuando se está al nivel de los arbustos apenas se ve ni se distingue nada, y a medida que se eleva hacia arriba el punto de vista, más amplia e inmediata es la comprensión. Es una simple cuestión de subir escalones en una escalera.
- El concepto de la intercomprensión extendida. Tengo que agradecer a mi amiga Katy Beauvais que me pusiera al corriente de un concepto que empiezan a manejar los romanistas: la intercomprensión entre las lenguas romances. Cualquiera que sea políglota lo habrá experimentado por sí mismo. Para los de lengua materna romance, resulta fácil entender casi intuitivamente las otras lenguas hermanas derivadas del latín, antes incluso de detenerse a estudiarlas, pero mucho más si ya se sabe latín, claro. Esto se puede fomentar y practicar hasta desarrollarlo en un grado muy eficiente.
Mi concepto de la intercomprensión extendida es que, cuando te familiarizas con otras ramas y otras familias de lenguas, la intercomprensión funciona también; deriva del argumento que ilustraba anteriormente con la imagen de subir una escalera hacia un horizonte más amplio. Se puede alcanzar la intercomprensión con lenguas germánicas, eslavas, indoiranias, etc... Para conseguir esto, cuantos más conocimientos tengas más atrás en el tiempo, tanto más fácil es. Hasta que llega un punto en que todas las lenguas indoeuropeas te parecen dialectos del protoindoeuropeo, tu auténtica lengua materna. Así, entender otras lenguas de la misma familia, aunque aún no las hayas estudiado, resulta parecido a cuando "extiendes" tus orejas con atención para comprender dialectos del español. Hubo un tiempo en que la lengua de Méjico o Argentina me resultaba enigmática, pero con la práctica he desarrollado el oído para entender cualquier variante de mi lengua. Pues lo mismo pasa a otra escala más extensa y más profunda en el tiempo. Se puede conseguir intercomprensión con todas las lenguas indoeuropeas. Y se puede conseguir intercomprensión con lenguas altaicas, polinesias, etc...
Lo cual es fácilmente asequible cuando la velocidad de aprendizaje y la capacidad de comprensión son altísimas, gracias al entrenamiento.
Voy a intentar describir cómo funciona la cabeza de una persona que maneja más de 5 idiomas, más de 10, más de 20 idiomas a la vez.
-El primer rasgo que describe su funcionamiento es la facilidad, la relajación. Manejar muchos idiomas es algo que cuesta cada vez menos, seguramente porque obedece a la estructura en que las neuronas guardan, transmiten y combinan la información.
Creo que se podría comparar con los engranajes de cambio de marcha en una bicicleta o en un coche. El hecho de aprender otra lengua más y otra y otra, de alguna manera lo que hace es añadir ruedecillas al sistema, de manera que va todo más fluido y rápido, añadiendo velocidad y potencia.
Según esta intuición, la manera de conseguir que a alguien se le den bien los idiomas es precisamente estudiar muchos y muy complejos. Cuantos más idiomas, más capacidad tiene el misterioso engranaje neuronal de acoplarse para que todo sea mucho más fácil.
Esto ocurre al nivel fonético, al nivel morfológico y sucesivamente en los otros niveles lingüísticos.
Recuerdo bien cuando era niña y por primera vez tenía que aprender a pronunciar fonemas extraños al empezar a estudiar inglés: se me hacía un mundo diferenciar la s de la sh, la b de la v, y posteriormente vino la capacidad de distinguir y producir otros sonidos vocálicos distintos de los del español.
Cuando fue el momento de estudiar latín, vino el gran esfuerzo de aprender nuevas categorías, nuevas formas de la conjugación, nuevas y enrevesadas formas de sintaxis.
Cuando a continuación comencé a aprender griego, además de todas las novedades morfosintácticas tenía que aprender a leer en otra escritura. No fue difícil aprender el alfabeto, pero a veces al principio, si no había practicado cada día, costaba leer de seguido, especialmente si la palabra era tremebunda, como son algunas de las griegas. A partir de este entrenamiento, cada vez se fue volviendo más sencillo aprender una escritura nueva.
Esta primera fase la atravesaba yo a una velocidad mucho más lenta que la que luego iba a utilizar en las fases posteriores. Por supuesto, era la misma velocidad que el resto de la gente. Lo que sí que es verdad es que llevaba una aceleración constante, debido a las ganas y el gusto con que estudiaba cada día.
Cuando comencé a estudiar por mi cuenta con libros autodidactas, sin ningún profesor, el proceso se aceleró todavía más. Había una primera toma de contacto con la lengua, pero la mayor parte de ella era reconocible, funcionaba igual que alguna otra que ya conocía: el griego era la piedra de toque en muchos casos. De modo que aprender nuevas escrituras cada vez iba siendo más rápido, aprender nuevos sonidos, producirlos e identificarlos, fue cada vez siendo más fácil; jugar con nuevas reglas gramaticales, recordar nuevos paradigmas de declinación y conjugación cada vez iba volviéndose más automático, aprender y recordar nuevo vocabulario exigía cada vez un esfuerzo menor. Las complejas frases llenas de conectores y subordinantes cada vez resultaban más transparentes y nítidas. Y lo más divertido y apasionante: interiorizar formas de comunicación, mentalidades, tabúes, jerarquías, maneras culturales distintas de hacer las cosas... Todo tan sencillo como aprender nuevas canciones, como identificar nuevas melodías, como memorizar una sinfonía entera, un ópera entera: si le dedicas tiempo y te gusta, lo haces automáticamente, sin darte ni cuenta.
Seguramente se corresponde con el reforzamiento de la mielina que recubre la conexión entre neuronas. Intuitivamente me parecen el mismo fenómeno aprender nuevos temas musicales y aprender nuevas lenguas. Haberse familiarizado con el lenguaje técnico que se usa para describir la gramática me parece similar a familiarizarse con la notación musical de una partitura.
- Muy relacionado con lo anterior, me gustaría considerar la faceta de los grados de comprensión.
Se relaciona finalmente también con la velocidad a la que se funciona.
Me gusta compararlo con el aprendizaje de la lectura, algo que todos hemos experimentado desde pequeños: cuando teníamos 4 años era un desafío descifrar las letras, luego las palabras, al año siguiente podíamos leer un cuento de pocas líneas, y a medida que iban pasando los años, íbamos aumentando el volumen de lectura y también la capacidad de comprensión de lo que leíamos. De niña me resultaba más fluido leer un cuento tradicional que contara una historia que ya me sabía, que enfrentarme a una historia nueva y entenderla toda punto por punto (recuerdo cómo era incapaz de comprender por qué Genoveva de Brabante era expulsada del palacio, por qué fueron luego a buscarla a la cueva ni por qué luego volvía con su marido... disfrutaba el cuento, sus imágenes y sus palabras, pero las conexiones lógicas se me escapaban...), y me resultaba más fácil leer con dibujitos que enfrentarme a la página entera llena de letras. Y apenas en unos años, de pronto esos mismos cuentos te aburren y lo que quieres en tus lecturas es novedad e intriga, descubrir pistas y descifrar misterios: estás aumentando tu capacidad de comprensión, estás en un nivel de lectura más alto. Y ya en secundaria en el colegio te exponen a la gran literatura clásica, te enseñan a analizar poemas cargados de sentidos complejos, lees tus primeras obras de teatro del Siglo de Oro y por fin llega la lectura de El Quijote: múltiple, complejo, enciclopédico, lleno de alusiones a referentes culturales que no conoces, con vocabulario y objetos de un mundo cuatro veces centenario, con diversos registros de habla, con puntos de vista, intereses y tramas distintas y mezcladas. Lo leí a los 14 y 15 años, creí que lo entendía, pero afortunadamente continué leyéndolo año tras año y mi nivel de comprensión fue profundizando más y más.
El nivel de comprensión lectora de nuestra propia lengua materna va aumentando y creciendo con el tiempo, con el desarrollo de niño a adulto, con el estudio y la dedicación.
Lo mismo pasa con el estudio de los idiomas extranjeros: va ganando en velocidad, en capacidad de comprender, hasta el punto en que a primera vista y sin ningún esfuerzo entiendes lo que lees. Y entonces aparece ese fenómeno tan típico entre políglotas de saber que has leído sobre algún tema del que has retenido tales y tales datos, pero no recordar ya bien en qué idioma lo has leído; casi del mismo modo en que no recordarías con qué tipografía de letra estaba impreso el texto, pues esas letras no eran más que un instrumento que te conducía a un contenido. De modo que tu mente va directamente al sentido del texto sin detenerse ya en el detalle de qué palabras eran ni en qué lengua estaban. No es que pase siempre así, que mucha de las lecturas literarias políglotas consisten precisamente en saborear una a una cada palabra con todo su colorido. Quizá ocurra más cuando se lee para informarse o por seguir la intriga de una novela sin pretensiones literarias.
Siguiendo este argumento, establecería una correspondencia: según sea el nivel de comprensión lectora en la lengua materna así podrá ser en la lengua extranjera. (Esto no tiene que ver con los que aprenden de niños varias lenguas en ambientes bilingües o trilingües). La gente incapaz de elevarse de un nivel B1 a un B2 en una lengua extrajera, seguramente no sería capaz tampoco de explicarse o escribir o leer realmente a ese nivel en su lengua materna. Y al contrario, quien ha llegado muy alto en su propia lengua materna, más allá del C2, a los niveles que yo denominaría D, E y F, los niveles más complejos de la literatura clásica (nivel D), de la comprensión de las formas medievales y arcaicas de la lengua de origen, (nivel E), y aún más atrás, hasta remontarse 4000 ó 5000 años según las lenguas, (nivel F2); quien ha llegado a ese nivel, digo, no tiene problemas para llegar hasta allí en otra lengua. Y cuando se ha llegado hasta el nivel E o el F en varias lenguas, el camino ya está trillado, allanado, asfaltado y con raíles. El esfuerzo que hay que hacer es mínimo, y con cada lengua y cada familia exótica de lenguas conquistada, más alto va subiendo el punto de referencia, más amplio y diáfano el horizonte, más lejos se distingue y más inmediatamente.
De alguna forma es un mecanismo perfectamente natural: cuando se está al nivel de los arbustos apenas se ve ni se distingue nada, y a medida que se eleva hacia arriba el punto de vista, más amplia e inmediata es la comprensión. Es una simple cuestión de subir escalones en una escalera.
- El concepto de la intercomprensión extendida. Tengo que agradecer a mi amiga Katy Beauvais que me pusiera al corriente de un concepto que empiezan a manejar los romanistas: la intercomprensión entre las lenguas romances. Cualquiera que sea políglota lo habrá experimentado por sí mismo. Para los de lengua materna romance, resulta fácil entender casi intuitivamente las otras lenguas hermanas derivadas del latín, antes incluso de detenerse a estudiarlas, pero mucho más si ya se sabe latín, claro. Esto se puede fomentar y practicar hasta desarrollarlo en un grado muy eficiente.
Mi concepto de la intercomprensión extendida es que, cuando te familiarizas con otras ramas y otras familias de lenguas, la intercomprensión funciona también; deriva del argumento que ilustraba anteriormente con la imagen de subir una escalera hacia un horizonte más amplio. Se puede alcanzar la intercomprensión con lenguas germánicas, eslavas, indoiranias, etc... Para conseguir esto, cuantos más conocimientos tengas más atrás en el tiempo, tanto más fácil es. Hasta que llega un punto en que todas las lenguas indoeuropeas te parecen dialectos del protoindoeuropeo, tu auténtica lengua materna. Así, entender otras lenguas de la misma familia, aunque aún no las hayas estudiado, resulta parecido a cuando "extiendes" tus orejas con atención para comprender dialectos del español. Hubo un tiempo en que la lengua de Méjico o Argentina me resultaba enigmática, pero con la práctica he desarrollado el oído para entender cualquier variante de mi lengua. Pues lo mismo pasa a otra escala más extensa y más profunda en el tiempo. Se puede conseguir intercomprensión con todas las lenguas indoeuropeas. Y se puede conseguir intercomprensión con lenguas altaicas, polinesias, etc...
Lo cual es fácilmente asequible cuando la velocidad de aprendizaje y la capacidad de comprensión son altísimas, gracias al entrenamiento.
miércoles, 30 de marzo de 2016
Mis obras épicas preferidas
Desde que comencé a leer sobre historia de la literatura a los 12 años, me sentí atraída por las referencias que me daban acerca de las grandes obras épicas de la literatura universal. Acertadamente presentía que eran tan atractivas como los cuentos y leyendas, pero a lo grande. De modo que iba aprendiendo los nombres de las obras maestras años antes de comenzar a leerlas.
¿Cuántos años tenía cuando leí el Mío Cid? Desafortunadamente no lo recuerdo, entre 13 y 16 años. Recuerdo que, debido a mi inexperiencia, me perdía en el poema por su lenguaje y su amplitud, pero gracias a la guía de los libros de texto y las clases del colegio, conseguí comprender bastante y sacarle "gustillo" al aroma épico. Lo que sí lograba entender eran los romances, que trovaban episodios y lances épicos. Con estas lecturas comencé a ir familiarizándome con el español antiguo, aunque aún me quedaban años de lecturas hasta que lo manejara de verdad.
¿Cuántos años tenía cuando leí el Mío Cid? Desafortunadamente no lo recuerdo, entre 13 y 16 años. Recuerdo que, debido a mi inexperiencia, me perdía en el poema por su lenguaje y su amplitud, pero gracias a la guía de los libros de texto y las clases del colegio, conseguí comprender bastante y sacarle "gustillo" al aroma épico. Lo que sí lograba entender eran los romances, que trovaban episodios y lances épicos. Con estas lecturas comencé a ir familiarizándome con el español antiguo, aunque aún me quedaban años de lecturas hasta que lo manejara de verdad.
Tengo muy clara la fecha en que leí el siguiente libro de épica: fue mi regalo por mi 14 cumpleaños, EL CANTAR DE LOS NIBELUNGOS, en una edición con algunos capítulos bilingües y algunas fotografías del manuscrito original. Con este libro comenzó mi pasión desatada por la épica y mi interés por el alemán. Ya me acompañarán para siempre Brunilda y Sigfrido.
Lo he releído muchas veces, pero el siguiente paso era leerlo en la lengua original. Apenas cinco años después comencé a leer el libreto bilingüe alemán-inglés de la cuatrilogía wagneriana del Anillo del Nibelungo. Me caló la historia todavía mucho más hondo. Me impresionó el papel que juega Loge.
Algunos años más tarde ya conseguí un ejemplar bilingüe del texto original del cantar, con la versión en alemán moderno al lado como guía de estudio:
Volviendo atrás, a mis 14 años: fue tras haber disfrutado tanto con los Nibelungos que tomé una decisión, iba a leerme todos los libros que pudiera de la literatura universal, en orden. Mi límite estaba en que serían los libros que hubiera en la Biblioteca Municipal, ya que entonces no existía internet. Y entonces aún no me había planteado llegar a leerlos en la lengua original, pero al menos ya tenía en germen la idea de aprender griego, alemán y ruso...
De modo que, ya que el volumen de la Ilíada de la biblioteca estaba prestado en aquel momento, mi siguiente libro épico fue LA ODISEA. Otra vez fascinada y embrujada, entonces ya empezaba a tener claro que yo tenía que aprender la lengua original. Es verdad que me costaba todavía entenderlo todo, pero perseveré en la lectura. Me guiaba el hecho de conocer ya algunas de las aventuras de Ulises. Pero lo mejor de todo fue la última parte, de la que yo no había sospechado nada: cómo regresa Ulises ocultamente y cómo derrota a los pretendientes de Penélope. Un bombazo de primera. Enganchada a esta obra para el resto de mi vida. No llegué a leer el original hasta cuarto curso de filología clásica, y no lo leí entero por entonces. La relectura después ha sido constante a lo largo de mi vida.
La siguiente obra épica que leí fue un fragmento del Mahabharata, el Bhagavad Gita, que no es la parte más épica, sino la más celebre disertación filosófica de la literatura india. Aquí se sembró la semilla de mi gusto por la India, y acabaría, muchos años después, aprendiendo sánscrito y leyendo algunos cantos en lengua original, pero a fecha de hoy no he leído todavía enteros ni el Mahabharata ni el Ramayana, aunque sí fragmentos, estudios... incluso versiones en cómic en hindi moderno. Lo importante es que las dos historias son apasionantes, darían para estar una vida entera ocupada en estudiarlas a fondo. Cuanto más voy leyendo y explorando, más enredada en sus hechizantes lazos me encuentro.
A los 19 años leí mis primeras sagas vikingas. Ya tenía el campo abonado con el Cantar de los Nibelungos, con lo que había leído en libros de historia de la literatura acerca de Snorri Sturluson y con el hecho de ya saber sueco y alemán. Tenía todo el equipamiento necesario para caer rendida a los pies del arte de los escaldas y su manera de contar historias, entre las más arrebatadoras de la humanidad. Suponían un viaje a una geografía, una época y una mentalidad muy poderosas literariamente, porque en esencia narraban historias verídicas, como el Mío Cid.
Primero leí La Saga de Kormak, luego La Saga de Egil Skallagrímson y después ya llegarían La Saga de los Volsungos, otras sagas de los reyes, además de los textos míticos de los Eddas. No tardé demasiado en aprender islandés. Pero lo cierto es que el arte poético de los escaldas es tan enrevesado, que a menudo leo versiones anotadas que me expliquen las figuras retóricas más oscuras.
En algún momento me detuve a leer La Chanson de Roland, primero en español en su día, luego en francés... pero en el francés antiguo original no la he leído entera, aunque la tengo en un CD-ROM. Parecía menos atractiva que otros cantares, porque en realidad ya me sabía toda la historia con antelación. NO SABÍA YO LO QUE ME ESPERABA Y PARA LO QUE ME ESTABA PREPARANDO. Aún así, era desgarrador leer la traición y escuchar el olifante de Roldán llamando en el desfiladero.
Mis papilas gustativas para cantares de gesta se habían ido desarrollando y habían alcanzado su madurez, ahora me esperaba una nueva etapa de vuelos épicos...
Un buen día, muy inocentemente, me senté ante el capítulo 6 de El Quijote y me dispuse a apuntar todos los libros nombrados en el escrutinio de la biblioteca de nuestro famoso hidalgo. Había pasado tantas veces los ojos por esas líneas, y no significaban para mí más que nombres, unos famosos, desconocidos otros... Y al leer de esta forma reflexiva y atenta, me dí cuenta de que en realidad Cervantes me estaba aconsejando una lista de los mejores libros de caballería y obras pastoriles que según su criterio eran dignos de librarse de las llamas del olvido... Y tomé una determinación: voy a ir a la biblioteca, universitaria ya en este caso, y me voy a poner lindamente a leerme los libros salvados por el cura y el barbero; empezaré por el Orlando Furioso, continuaré por la Gerusalemme Liberata y concluiré por el Amadís (dejando a un lado las dianas y galateas pastoriles que no vienen al caso en este artículo).
AY, INOCENTE DE MÍ, ¿pues no sabía yo cuán enganchada estaba ya a la épica?¿pues no me valieron los consejos contra los libros de caballerías que había leído mil veces en El Quijote? No, nada, me lancé de cabeza y puede decirse que me estrellé con buena estrella, pues dí con las más deliciosas obras literarias que jamás hubiera podido soñar ni imaginar... CULPABLE Y MÁS QUE CULPABLE, porque ya no pude parar: ahí fue gastar los dineros en libros, óperas, grabados, museos y marionetas sicilianas; ahí fueron los anhelos y desvelos por ediciones antiguas o no tanto...; ahí fue dedicarme a registrar mi voz recitando el Amadís en mp3, así tal cual en español antiguo, para poder ir oyéndolo en el coche...; años constantes detrás de la música, la pintura y todo lo relacionado con estas obras. Todo un continente se abrió en mi cerebro y ya no había vuelta atrás. Ludovico y Torquato habrían sido los nombres de mis hijos, si los hubiera tenido, en honor del sublime Ariosto y del divino Tasso.
Y aún quedan muchos más continentes por explorar en el planeta de la literatura épica:
Mi siguiente descubrimiento fue el Shahnameh de Firdusí, que me pareció el origen y el epítome de todos los cantares de gesta que se habían escrito después en Europa, una historia con la que sí había soñado brumosamente, pues parecía que ya anticipaba todo lo que después iba a ocupar mi cabeza. Pero le añadía un aura legendaria con un fulgor y un destello que me dejaron bajo el hechizo de una lengua y unas historias llenas de promesas: el persa, la lengua de los cuentos, y las hazañas de Rustam y sus ancestros, sublimación de todos los cuentos que hubiera podido oír. El embrujo de Oriente me agarraba con sus manos de seda.
El persa en que está escrito el Shah Nameh todavía me resulta difícil. He conseguido ediciones bilingües para poder guiarme en la lectura. Pero el paso siguiente será conseguir una edición del Shah-Nameh en tayiko, es decir, en persa escrito con caracteres cirílicos. No consigo ahora una imagen que insertar aquí. Baste la de estos libros de clásicos en tayiko, entre algunos de ellos estará.
Y también existe esta página con audios del episodio de Sohrab http://www.sattor.com/shohnoma.html
Como ya estamos en la era de internet, confío plenamente en ir consiguiendo los textos y los audios que vaya necesitando.
Otras historias épicas basadas en el Shahnameh, que incluyen la historia de Shirin y Farhad y el cuento de los príncipes de Serendip; a mí me parecen más cuentos orientales que épica, pero el género y la forma tradicional que utilizan es el de la épica persa:
Haft Paykar de Nizami
Hasht Bihisht de Amir Khusrow
Y finalmente, la razón por la que estuve estudiando este verano la lengua georgiana: para poder llegar a leer algún día el ვეფხისტყაოსანი, el Vepkhistqaosani de Rustaveli, el poema del Caballero con la Piel de Tigre, trasunto de Rustam a la georgiana, pero parece que con un radio de acción más amplio, más parecido al Orlando furioso. Narra las aventura de Avstandil y Tariel con la princesa india Nestan-Darejan.
Un muestrario políglota
Hay un método de aprender idiomas, que yo nunca he utilizado, que tiene unos vídeos promocionales que son un verdadero tesoro. La colección se llama Pod 101 y ésta es su página web: http://languagepod101.com/.
Al parecer el método consiste en descargarse, de la lengua que se quiera aprender, una serie de podcasts en tres niveles de aprendizaje. Parece que hay algunas series más, con vocabulario, explicativas de costumbres nacionales, etc...
No es el tipo de método que yo utilizaría. Donde haya un buen libro que se quite todo lo demás, y para audio me parece mejor un cd acompañando a un libro con su método gramatical y todo.
Pero resulta que este método tiene un canal de Youtube donde promociona sus productos mediante vídeos que son una muestra de cada lengua en sus distintos niveles. La serie de vídeos nunca está completa y para aprender del todo habría que comprar el producto entero. Pero estos vídeos, que son insuficientes para aprender de verdad, son perfectos y eficacísimos para otra función:
ILUSTRAR al mundo de los aficionados a los idiomas acerca de las lenguas más conocidas y estudiadas. No están todas las que son, pero sí que son todas las que están, algo más de 30. Es un MUESTRARIO maravilloso. Y parece que van sacando lenguas nuevas cada cierto tiempo.
Tanto para los principiantes como para los avezados es comodísimo tener a mano una lista tan grande de vídeos donde, igual que en un muestario, curiosear y palpar, escuchar y saborear, saciar la intriga acerca de alguna lengua que nos estemos planteando estudiar, para ver si nos gusta y nos convence, o simplemente poder ofrecer a los no iniciados un panorama de las bellezas (y las rarezas) de las lenguas del mundo de manera visual y audible, complementando la información escrita en una enciclopedia. También sirve para los que ya han estudiado alguna de ellas, pues en los vídeo de los niveles superiores pueden probarse a ver si los entienden bien todos y asegurarse del nivel ya alcanzado, o descubrir si necesitan mejorar en alguna faceta que desconocían.
Cada lengua tiene un canal de Youtube con todos los vídeos promocionales. En la pestañita "Canales" de su página se puede acceder a los enlaces con los canales de las otras lenguas, en ocasiones no están listados todos todos.
https://www.youtube.com/channel/UCGiKlOBHnhWnb2hv6IVOb4w/channels
Voy a escribir una lista de todos los canales de todas las lenguas que enseñan en Pod101:
Afrikaans, alemán, árabe, búlgaro cantonés, checo, chino, coreano, croata, danés, español, filipino (tagalog), finés, francés, griego, hebreo, hindi, holandés, húngaro, indonesio, inglés, italiano, japonés, noruego, persa, polaco, portugués, rumano, ruso, sueco, swahili, tailandés, turco, urdu, vietnamita.
Aprender Indonesio
La lengua indonesia es una de mis favoritas, tiene una gracia y un encanto que nunca desfallece.
Se habla en un país que es una amalgama de culturas e influencias, lo cual le aporta una riqueza inagotable. Sus gentes han encontrado el secreto del garbo y la gracia. Resultan fascinantes tanto sus creaciones artísticas como sus vestimentas y arreglos florales cotidianos.
Yo había estudiado Indonesio hace muchos años con el método Teach Yourself Indonesian, escrito en 1965, en su décima edición de 1988. Estaba satisfecha con lo que había aprendido, pero los años no pasan en balde y hay que actualizar el conocimiento de las lenguas con el nuevo vocabulario en uso y nuevas visiones de sus variantes sociales.
Han ido pasando los años y se han ido multiplicando las ediciones y yo no las consultaba. Mas hace poco pude conocer de primera mano el nuevo libro de 2003, del que ya hay reedición en 2010. Es maravilloso en alto grado. Está hecho con tan buen gusto... Sería mi recomendado sin ninguna duda para quien quisiera comenzar a estudiar la lengua. Me lo estoy leyendo ahora, disfrutando de cada nuevo detalle.
Hay otros manuales con muy buena pinta, pero aún no he tenido ocasión de conocerlos. Por ilustrar y estimular la curiosidad, insertaré las fotos. La serie Colloquial de Routledge suele ser menos seria que otros, pero es que ésa es precisamente su filosofía. En lenguas más exóticas y complejas a veces es un barullo, pero siendo como es el indonesio tan simple y transparente, me imagino que habrán hecho un buen trabajo.
El método Assimil me imagino que, fiel a su estilo, tendrá un alto nivel literario y alcanzará el B2 en su manual. Yo debería comprarme este libro y estudiármelo para profundizar con todo lujo de detalles en la cultura indonesia. Espero hacerlo pronto.
Una manera inmediata de echar un vistazo a una lengua están resultando los vídeos promocionales del método Pod101.com. Ilustraré a mis lectores sobre el sonido de esta preciosa lengua con uno de sus vídeos y animaré a todos a que sigan los enlaces de la página Youtube para ver y oír más.
Ojalá haya aportado una inspiración más a los aficionados a las lenguas, para que aprendan una que por su belleza llenará de alegre luz sus vidas. O en el caso de que ya la hubieran estudiado, para que busquen completar su conocimiento con otros manuales y no abandonen nunca su estudio y perfeccionamiento.
Lenguas Indoeuropeas
Pertenece a una serie realizada durante el Seminario de Lenguas Indoeuropeas en la facultad de Filología de la Universidad Complutense. Estos vídeos se encuentran en el Canal Educativo de la Facultad de Filología UCM
https://www.youtube.com/channel/UCK34_dXjD9jbBnqToLx9Klg/videos?sort=dd&view=0&shelf_id=0
Los vídeos consisten en presentaciones comentadas en off. Muestran datos muy esenciales y conocidos sobre la historia y evolución de las lenguas indoeuropeas, de un modo muy agradable, de tal manera que da gusto escucharlo y verlo, aunque una ya se sepa lo que cuentan. Realmente es la primera vez que yo accedo a información de este campo en este formato, acostumbrada como estaba a libros sesudos y áridas revistas científicas. Este formato de vídeo de una presentación en Power Point, con la profusión de mapas, ilustraciones arqueológicas y artísticas, esquemas aclaratorios, etc... me ha resultado muy entretenido. Es un verdadero placer recomendarlo para todos los aficionados a los idiomas, incluso para los lingüistas que ya se tienen estudiado el tema con anterioridad.
Tengo que añadir, a mi pesar, que los vídeos en ocasiones son incompletos: tanto físicamente, por encontrarse alguna vez cortados al final; como en referencia al contenido, pues se trata de una presentación sumaria con límites de espacio y tiempo. En algún caso el sonido no va sincronizado con la imagen, pero no afecta demasiado, por la facilidad para avanzar y retroceder las imágenes, si fuera necesario, en el formato Youtube. No hay vídeo especial para el griego, ni para las lenguas ilirias, ni para el tocario; y de hecho mencionan haber hablado del armenio, aunque no en las presentaciones publicadas en el canal. Pero estas pequeñas carencias no desdoran ni menoscaban el hermoso conjunto de vídeos que han conseguido reunir.
Constituyen un estímulo fantástico para el estudio de todas las lenguas indoeuropeas, lo mismo antiguas que modernas. No hay nada mejor que el conocimiento teórico "enciclopédico" sobre qué lenguas han existido, cuáles son sus herederas, qué cultura portan sobre sus hombros... para que el acicate irresistible nos espolee a buscar más gramáticas y estudiar sin desmayo hasta conocer las lenguas, sus escrituras, sus restos y sus creaciones.
Añadiré algunos enlaces directos a los vídeos que más me han llamado la atención:
En total los diez vídeos de esta serie publicada por la facultad son los siguientes, en el orden en que aparecen en el canal: Lenguas iranias, Lenguas anatolias, Lenguas indo-arias, Lenguas itálicas, Lenguas celtas, Lenguas germánicas, Lenguas eslavas, Lenguas bálticas, La patria originaria de los indoeuropeos y finalmente Literatura y religión de los indoeuropeos.
Griego Homérico
Me habría encantado haber conocido ambos libros antes, en la universidad, para haber manejado la lengua homérica con más soltura.
Ésta es la edición de 2012 del primero. Parece que es una edición revisada distinta de la antigua de 1920 que yo conozco. Las opiniones sobre la edición revisada son desiguales en la página de AMAZON http://www.amazon.com/Homeric-Greek-A-Book-Beginners/dp/0806141646.
Ésta es la de 1920
A continuación el segundo libro de que os hablaba, con los cantos 9-12 de La Odisea preparados para ser estudiados, con vocabulario y comentarios, de 2010. Pero ya estoy viendo en internet que hay otro volumen del mismo autor publicando otro bloque de cantos de la Odisea. Pues como un rayo me haré con él. ¿Habrá publicado y comentado el texto original de la Telemaquia y del Ritorno d'Ulisse in patria? Es que cuando un libro me apasiona, pierdo un poco la cabeza, da igual las veces que lo haya leído... ni siquiera podría decir qué parte me gusta más, con cada lectura descubro una imagen nueva que me encandila. Llega un momento en que tengo la imaginativa completamente poblada de palacios micénicos...
Una cosa que me gusta hacer es escuchar La Odisea en diferentes idiomas, aquí dejo algunos enlaces a vídeos de Youtube:
En inglés hay varias opciones
En francés
En griego no encuentro vídeos con la calidad que os quisiera recomendar, pero al menos es interesante ver alguno de los montajes de Eleni Mutafi.
Y para terminar, un guiño animado, ULYSSES 31 en griego moderno (a partir del minuto 0:45).
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